Basta revisar los diarios en sus secciones de tecnología, los principales libros de tecnología, de innovación o de negocios para saber lo que es casi obvio, trillado y hasta cansón: “estamos en un mundo globalizado, con cambios abrumadores en las tecnologías de información y donde el mundo laboral, personal y familiar marcha a un mundo digital”.
Alertan los líderes de opinión sobre el impacto de los robots en la fuerza laboral, la banca totalmente digital sin el uso del dinero que conocemos, la telemedicina, los gobiernos digitales, el teletrabajo, las criptomonedas entre muchas aristas de un cambio del mundo analógico al digital.
Lo realmente preocupante es que, en este momento, es la única oportunidad que tiene la civilización de equiparar a los países desarrollados de los países en vías de desarrollo del tercer mundo.
La oportunidad, la está ofreciendo la tecnología y lo curioso y paradójico es que no todos los países están aprovechando la coyuntura histórica, como se muestra en el resultado de la medición del ecosistema digital latinoamericano.
Latinoamérica presenta un promedio de 45.47 sobre 100 del índice de ecosistema digital, está a una distancia de 20.95 puntos porcentuales por debajo de la Europa Occidental (66.42) y casi 28.93 puntos menos que los Estados Unidos (74.40). (Datos tomados del informe de la CAF de monitoreo del ecosistema digital año 2017).
Esta situación no se resolverá, sino que para algunos países de la región más bien se agravará, con una brecha cada vez mayor si no se adelantan estrategias y políticas públicas en ese sentido.
Solo para comentar la fotografía digital de la región, en este índice compuesto por ocho componentes evaluados con gran exhaustividad los países que lo encabezan son Chile 59.8, Colombia 55.03, Uruguay 52.9 y Argentina 51.12. Le siguen en desarrollo intermedio México 45.70, Panamá 43.91, Ecuador 40.29 y finalmente con índices limitados: República Dominicana 38.60, Perú 38.03, Paraguay 35.38 y Bolivia con 30.00.
Como se dice frecuentemente, una situación adversa es una gran oportunidad para accionar y actuar. Los países que presentan índices menores pueden explotar al máximo las posibilidades que ofrece el ecosistema digital más desarrollado.
La inacción, el diferimiento y el miedo a realizar los cambios del liderazgo político, empresarial e institucional, pueden condenar a muchos países de la región a tener brechas mayores, con menos posibilidades de calidad de vida.
Cada punto de incremento del ecosistema digital significa mejorar la economía e incrementar el PIB entre un 0.75 % hasta un 2.42%, según un estudio de Katz y Callorda. Por lo cual el ecosistema digital es un predictor del futuro económico del país y de la región.
Los líderes en las empresas tienen también la responsabilidad de impulsar el ecosistema digital, desde el teletrabajo y la formación online hasta el uso cotidiano de la digitalización en las plantas de producción.
¿Por qué los líderes empresariales y de talento Humano no miran al futuro y a la digitalización?, la respuesta no es fácil, tal vez este circunscrita en la dificultad de cambiar, de seguir en lo conocido que es más sencillo y cómodo, que incursionar en ámbitos nuevos y de más exigencia.
Acortar la brecha del ecosistema digital es un imperativo de toda la sociedad, se requiere de políticas públicas, inversión en telecomunicaciones, apoyo del talento emprendedor y también hacer un cambio de rumbo en la gerencia de las empresas e instituciones. Hay que cambiar la mentalidad analógica por una digital que ofrece importantes impactos en la calidad de vida y en el desarrollo del ciudadano del futuro.